Ácidos grasos
Omega 3: Los ácidos grasos Omega-3 son un tipo de grasa poliinsaturada, considerados esenciales porque el cuerpo no puede producirlos. Por lo tanto, deben incorporarse a través de los alimentos.
Fuentes: pescado azules y semillas de chía
Función: Corrigen los desequilibrios en las dietas modernas que acarrean problemas de salud. Una alimentación rica en ácidos grasos omega-3 puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas; por ejemplo, enfermedades coronarias, accidentes cerebrovasculares, arterioesclerosis y cáncer; también reduce el colesterol LDL o “malo”.
Omega 6: Los ácidos grasos omega-6 también son una grasa poliinsaturada, esencial para la salud porque el cuerpo humano no puede producirlos.
Fuentes: cereales integrales, nueces, huevos, carnes rojas, pollo, aceites de soja y maíz
Función: Un excesivo consumo de este ácido puede producir inflamación y causar enfermedades coronarias, cáncer, asma, artritis y depresión.
Ácidos grasos omega-3 y omega-6: creando el equilibrio
En una dieta equilibrada en omega-3 y omega-6, ambas sustancias pueden trabajar en conjunto para beneficio de la salud. El consumo de estos ácidos sin un correcto equilibrio y de ácidos grasos omega-6 en forma excesiva produce inflamación y puede contribuir al desarrollo de enfermedades; por ejemplo, de índole coronaria, cáncer y artritis. En una dieta saludable la proporción de ácidos omega-6 debería ser aproximadamente dos a cuatro veces mayor que la de omega-3.
En una típica dieta norteamericana la proporción de ácidos grasos omega-6 puede ser 11 a 30 veces mayor que la de omega-3; facilitando el aumento en la tasa de trastornos inflamatorios en los Estados Unidos.
Omega 9: A diferencia de los omegas 3 y 6, el cuerpo los produce y aun así son beneficiosos en los alimentos.
Fuentes: aceites de canola, girasol y oliva, palta, frutos secos (almendras)
Función: disminuye el LDL, y el colesterol, aumenta el HDL, baja la presión, disminuye los síntomas de la artritis reumatoide, mejora las defensas